A lo largo de los años se han ido firmando una serie de acuerdos internacionales para que la vida entre los distintos gobiernos siga prosperando. En la mayoría de los casos, sino todos, se invierte mucho más tiempo del que la población espera para ajustar los términos del acuerdo y firmarlo.
Todavía recuerdo al profesor de Relaciones Internacionales el año pasado diciendo lo difícil que es llegar a un acuerdo internacional y que cuando por fin pasara, había que alegrarse porque era un milagro que muchos gobiernos distintos llegaran a un acuerdo mutuo. Ains… Hoy estaría de acuerdo con él. En clase de Gestión de la Comunicación en las Organizaciones Internacionales había que elegir entre todos una Organización cada uno. Éramos 8 grupos y, de una lista de 8 Organizaciones Internacionales, había que elegir cada grupo una para poder analizarla a fondo. Fue imposible llegar a un acuerdo común. La clase se volvió una salvajada. Parecía un cruce entre los debates de Gran Hermano y la serie de televisión Rabia. Ya no éramos personas, sino animales salvajes. Lo fundamental de la comunicación ya no era la palabra, sino los gritos. Y alguna que otra amenaza también… En fin, para algo que tan solo se habría tardado unos cinco minutos en hacer, se tardó un total de hora y media. 94 minutos exactos con gritos a más no poder. ¿Cuál era el verdadero problema? Que entre las 8 Organizaciones Internacionales estaba incluida la OTAN y, tal y como el profesor había ido repitiendo a lo largo del curso, era bastante difícil trabajarla debido a que la mayoría de la información al respecto estaba en inglés. Y claro, con eso latente en la cabeza, se prefería algo más fácil, que no conllevara tanto esfuerzo. Sin embargo, nadie quería elegirla.
Finalmente, los de mi grupo (los más valientes, al parecer) optamos por elegir la OTAN para que hubiera paz en la clase de una vez por todas. Más que nada, para que dejara de haber gritos. Lo normal es pensar que si se elimina la raíz de un problema, el propio problema desaparece, ¿no? Pues no. El resto se nos echó encima con cosas como “claro, os queréis hacer lo héroes”, “es un acto heroico, no vale”, “hagámoslo por sorteo”, etc. No, el problema no se había disipado… Hasta que hicimos ver que nosotros no nos hacíamos los héroes, simplemente queríamos paz en nuestro tiempo, que nuestras cabezas dejaran de sentirse amenazadas con explotar por tantos gritos. Hicimos ver que nos daba igual qué organización elegir, pero que si nadie quería la OTAN, pues ya nos la quedábamos nosotros.
Y tras eso el fin de tanto debate acabó un par de minutos después. Una vez se quitó el desencadenante del problema (e insistido en que no era un acto heroico), poco a poco éste se fue disipando. Por fin. Y realmente jugábamos con un as en la manga: teniendo en cuenta que “la mayoría de la información está en inglés”, el profesor tendría en cuenta ese mayor esfuerzo para la nota y, además, por supuesto que hay información en castellano y que vamos a usarla. Cómo no va a haber… Pero claro, eso los demás no tienen por qué saberlo. ;)
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